PesetaEn el año 2002 doce países de la Unión Europea (Irlanda, Bélgica, Francia, España, Portugal, Alemania, Luxemburgo, Austria, Italia, Holanda, Grecia y Finlandia) introdujeron el euro para facilitar transacciones monetarias. No fueron pocos los debates que hubo desde que se aceptó esta propuesta en 1999, pues mucha gente estaba en contra porque les daba “morriña” no tener que cambiar de moneda para viajar a otro país, aunque esto fuese mucho más cómodo. De todas formas, los coleccionistas de monedas, que fueron de los más críticos, pueden seguir con esa afición ya que cada país tiene grabados diferentes en sus euros.

Anverso Peseta 1944No se sabe muy bien cuándo surgió la palabra peseta; por un lado, se cree que viene del catalán “peceta” (piececita), diminutivo de “peça” (pieza), nombre con que se conocían desde el siglo XV diferentes monedas de plata. Pero por otro lado, el Diccionario de la Real Academia y el de María Moliner consideran que “peseta” es un derivado de “peso” y el Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico, del filósofo Joan Corominas, niega que se trate de un vocablo catalán; aunque admite la influencia de los sufijos catalanes “ete” y “eta” que aparecen en bastantes términos castellanos de la época.

Hasta ahora, la alusión más antigua que se ha encontrado de esta palabra se remonta a una pragmática del 13 de julio de 1718. Veinte años después, el Diccionario de Autoridades definió la peseta como: “la pieza que vale dos reales de plata de moneda provincial, formada en figura redonda”.

La primera pieza que se acuñó con la inscripción “pesetas” fue una de dos pesetas y media, en Barcelona en 1808, durante la dominación napoleónica. Posteriormente, tras la coronación de Isabel II como Reina de España, durante los años 1836 y 1837, volvieron a acuñarse monedas con la inscripción de “una peseta”.

Peseta 1869El 19 de octubre de 1868, el ministro de Hacienda del Gobierno provisional del general Serrano, Laureano Figuerola, firmó el decreto por el que se implantaba la peseta como unidad monetaria nacional, al mismo tiempo que entraba en vigor oficialmente el Sistema Métrico en el contexto de la Unión Monetaria Latina. La peseta vino a sustituir al escudo como unidad monetaria española, pero anteriormente existía como múltiplo del real y submúltiplo del escudo. Años antes, en 1836, cuando reinaba Isabel II (1833-1868), se emitieron varias monedas de una peseta (cinco gramos de plata) con las que se pagaba el sueldo a las tropas de las Guerras Carlistas. Con esta reforma de 1868, además de unificar el mercado monetario nacional, también se pretendían estrechar los lazos económicos y políticos con los países de la Unión Monetaria Latina (Francia, Suiza, Italia y Bélgica); la cual que había sido creada hacía tres años encabezada por Napoleón II y a la que poco después se unieron Estados Unidos, Reino Unido y Alemania. Esta organización propuso la creación de una moneda universal, que nunca se ha conseguido llevar a cabo.

RubiaEn España se estableció un patrón de moneda con acuñaciones de 1, 2 y 5 pesetas en plata y de 10, 20, 50 y 100 en oro, además de 20 y 50 céntimos en plata y 1, 2, 5 y 10 en bronce. Al igual que el euro, la peseta se dividía en 100 céntimos, que desaparecieron en 1983, dejando a la peseta como unidad monetaria mínima. Los apodos de “perra chica” y “perra gorda” a las monedas de 5 y 10 céntimos, proceden de 1870, cuando Luís Plañiol, el grabador de la Casa de la Moneda, intentó dibujar un león en el reverso de la moneda de 10 céntimos, pero le salió mal y parecía un perro. También triunfó el mote a la moneda de 5 pesetas, a la que todos llamaron “duro” hasta su desaparición en 2002. Otro seudónimo muy conocido fue el de “rubias”, a las que se les denominó así por su color dorado y el retrato de una mujer con una larga melena dibujado en su reverso.

Billete PesetaA principios del siglo XX, como las monedas no valían lo mismo que el metal del que estaban hechas, y para favorecer las reservas de oro y plata, se pasó a utilizar billetes u otros metales menos valiosos, como el níquel. En 1925 se creó una moneda de níquel de 25 céntimos, muy parecida a la de dos pesetas de plata, por lo que fue horadada en el centro para distinguirlas, como sucedió también con la de 50 céntimos de 1949 y la de 25 pesetas de 1992.

25 pesetas Durante la Guerra Civil, el Banco de España fue dividido: los republicanos tuvieron su sede primero en Madrid y posteriormente en Valencia, Castellón y Aspe (Alicante), mientras que los nacionales se instalaron en Burgos; cada bando hacía sus monedas oficiales y negaba la legitimidad de las del rival. En el bando nacional, mediante Decreto Ley, se obligaba a quienes poseían billetes de la Segunda República a ponerles un sello o a ingresarlos en el banco para validarlos; mientras que los republicanos, con otro Decreto, establecieron la emisión de certificados de plata de 5 y 10 pesetas en forma de billetes. Al terminar la guerra, el general Franco estableció un período de conversión de las pesetas republicanas a nacionales, lo que supuso la afloración de unos 3.000 millones a las arcas del nuevo Estado.

Felipe IICon la vuelta a la Monarquía, las monedas pasaron a tener la imagen del rey en una de sus caras y el escudo de España en la otra. Aunque también hubo monedas de las diferentes comunidades autónomas y, además, si había algún acontecimiento importante, se creaba una moneda para conmemorarlo, como pasó con el Mundial de Fútbol que se celebró en nuestro país en 1982, los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992 o la Expo de Sevilla del mismo año. También hubo ediciones especiales de monedas de 2.000 pesetas para conmemorar acontecimientos determinados, como el cuarto aniversario de la muerte de Felipe II, en 1998, o el Año Santo Compostelano de 1999.

Con la acuñación de la que fue la última moneda de cien pesetas, el 19 de junio de 2001, se terminó la emisión de pesetas, transformando las planchas y troqueles en piezas de museo. La peseta desapareció definitivamente el 28 de febrero de 2002, después de convivir dos meses con el euro.

Clara Pardo Latre

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